Fábula del aguilucho. Autoconocimiento

EDAD:
A partir de 14 años.
TAMAÑO DEL GRUPO:
6-12 personas
OBJETIVOS:
-Reflexionar acerca de los límites de la persona.
DURACIÓN:
45’
RECURSOS:
Fábula del Aguilucho (Anexo).

DESARROLLO:
Se reparte el texto de la «Fábula del Aguilucho». Se pide que se lea de manera individual durante seis minutos. Luego se hacen pequeños grupos de tres o cuatro personas para debatirla (20’). A continuación se debate entre todo el grupo.
EVALUACIÓN:
¿Han participado? ¿Se ha comprendido lo esencial de la fábula? ¿Se ha facilitado de manera adecuada la reflexión conjunta? ¿Todo aquel que ha querido dar su opinión ha podido? ¿Se ha llegado a algún consenso? ¿Se han defendido las ideas de manera razonada?
VARIANTES Y ADAPTACIONES:
OBSERVACIONES:

Contents

Anexo

Fábula del aguilucho

Érase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho malherido. Se

lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que

los pollos y a comportarse como estos.

Un día, un naturalista que pasaba por allí le preguntó al granjero:

-¿Por qué esta águila, el rey de todas las aves, permanece encerrada en el corral con los pollos?

El granjero contestó:

-Me lo encontré malherido en el bosque, y como le he dado la misma comida que a los pollos y le

he enseñado a ser como un pollo, no ha aprendido a volar. Se comporta como los pollos y, por

tanto, ya no es un águila.

El naturalista dijo:

-El tuyo me parece un bello gesto, haberlo recogido y haberlo curado y cuidado. Además, le has

dado la oportunidad de sobrevivir y le has proporcionado la compañía y el calor de los pollos de

tu corral. Sin embargo, tiene corazón de águila y con toda seguridad, se le puede enseñar a volar.

¿Qué te parece si le ponemos en situación de hacerlo?

La conversación continuó de esta forma:

– No entiendo lo que me dices. Si hubiera querido volar, lo hubiese hecho. Yo no se lo he impedido.

– Es verdad, tú no se lo has impedido, pero como tú muy bien decías antes, como le enseñaste a

comportarse como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñamos a volar como las águilas?

– ¿Por qué insistes tanto? Mira, se comporta como los pollos y ya no es un águila, qué le vamos a

hacer. Hay cosas que no se pueden cambiar.

– Es verdad que en estos últimos meses se está comportando como los pollos. Pero tengo la

impresión de que te fijas demasiado en sus dificultades para volar. ¿Qué te parece si nos fijamos

ahora en su corazón de águila y en sus posibilidades de volar?

– Tengo mis dudas, porque ¿qué es lo que cambia si en lugar de pensar en las dificultades,

pensamos en las posibilidades?

– Me parece una buena pregunta la que me haces. Si pensamos en las dificultades, es más probable

que nos conformemos con su comportamiento actual. Pero ¿no crees que si pensamos en las

posibilidades de volar esto nos invita a darle oportunidades y a probar si esas posibilidades se

hacen efectivas?

– Es posible.

– ¿Qué te parece si probamos?

– Probemos.

Animado, el naturalista al día siguiente sacó al aguilucho del corral, lo cogió suavemente en brazos y

lo llevó hasta una loma cercana. Le dijo:

-Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.

Estas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho. Estaba confuso y al ver desde la loma a los

pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos. Creyó que había perdido su capacidad de

volar y tuvo miedo.

Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al aguilucho al tejado de la granja y le animó

diciendo: Eres un águila. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.

El aguilucho tuvo miedo de nuevo de sí mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca lo había

contemplado desde aquella altura. Temblando, miró al naturalista y saltó una vez más hacia el corral.

Muy temprano al día siguiente el naturalista llevó al aguilucho a una elevada montaña. Una vez allí le

animó diciendo: Eres un águila, abre las alas y vuela.

El aguilucho miró fijamente los ojos de naturalista. Este, impresionado por aquella mirada, le dijo en

voz baja y suavemente:

-No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas. Pero ya verás como vale la pena

intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros corazones de

águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qué fuerza tienen tus alas.

El aguilucho miró alrededor, abajo hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Entonces, el naturalista lo

levantó hacia el sol y lo acarició suavemente. El aguilucho abrió lentamente las alas y finalmente con

un grito triunfante, voló alejándose en el cielo. Había recuperado por fin sus posibilidades.

Extraído de: www.crecimientopositivo.es/portal/la-fabula-del-aguilucho

¿Qué razones, causas y variables hacen a las personas comportarse como lo que no son o no

quieren ser? (como un pollo, sin serlo) ¿Cuáles le hacen comportarse como lo que son? (un

aguilucho).

 ¿Qué obstáculos o problemas se encuentra la infancia y la juventud que les hacen

desconectarse de su verdadero yo? ¿Qué causas les pueden impedir (o les impiden) volar?

 ¿Qué personajes se basan en las creencias y quiénes en la naturaleza del ser? ¿Cómo actúan las

creencias en relación a las verdaderas capacidades de las personas?

 Relaciona el contenido del cuento con el aprendizaje; la zona de confort; la mediación; la

adaptación e inadaptación sociales; la exclusión; la presión de grupo; y las habilidades de

comunicación (¿cuáles y en qué momento se ponen en práctica?).

 Por último (…o por principio), “conócete a ti mismo” (en griego clásico, γνῶθι σεαυτόν;

aforismo que estaba inscrito en el pronaos del templo de Apolo en la Delfos); ¿Qué te impide a

ti volar? ¿Entre otras, cuál es tu misión como animador o animadora en la intervención

socioeducativa?

Preguntas extraídas de las clases de Intervención Socioeducativa con Jóvenes. Antonio del Barrio. 2º ASCyT, IES Ferrari. 2017-18.

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