En agosto de 2010 llevamos a cabo el primer campamento urbano en Santo Toribio, este con el apoyo de Red Íncola.
Fue un trabajo inédito hasta el momento en el que nos empeñamos en la gratuidad para que ningún menor se quedara sin plaza por motivos económicos. Aquel primer año acogimos a cerca de 40 menores de diferentes orígenes, entre los 2 y los 14 años.
Fueron dos semanas muy intensas en las que gracias al trabajo de las voluntarias y los voluntarios, y las ganas de todas las participantes en general, pudimos practicar diferentes disciplinas artísticas junto a actividades puramente lúdicas y deportivas, sin olvidar la piscina en estos días de calor.
Educación no formal al servicio de la promoción integral de la persona en un ambiente de respeto y diversión.
Para el segundo campamento, agosto de 2011, también se contó con la colaboración de Red Íncola, aunque no se terminó demasiado bien, básicamente por cuestiones de difusión, pues a mi entender jugaban demasiado con una prensa que apelaba más al asistencialismo que a la promoción de la persona. Esto es una opinión.
Fueron más de cuarenta personas, separados en dos grupos, el de menores de 13 y el de adolescentes. Estos últimos, además de tomar parte en las actividades, llevaron a cabo un periódico que recogía los momentos más interesantes de la jornada. Mientras los pequeños hacían deberes, las mayores exploraban -con más o menos reticencias- la estructura de un publicación y la llevaban adelante.
En 2012 llevamos a cabo, con pocos medios pero mucha ilusión, el campamento «Fruta para tod@s», del cual hablaremos, si encuentro el material que me falta, en otra entrada. Estuvo destinado exclusivamente a adolescentes -ya que solo había una persona como voluntaria para todos los días, con apoyos inestimables de Toño y la furgoneta de la Casa de Acogida para personas con Sida y de José María en ASECAL, además de las personas que movilizó Mónica para que nos dieran talleres, y la gestión de Carlos Garnacho para que La Luz de las Delicias nos abriera sus puertas y nos diera un taller que los adolescentes, hoy ya jóvenes, aún recuerdan con ilusión.
A partir de 2013 se incorpora como asalariado Carlos Sansegundo para ejercer de animador de tiempo libre en la parroquia, y desde 2014 coordina él los campamentos.
Hoy todavía continúan, con el apoyo de voluntarios y personas en prácticas, haciendo del verano de niñas y niños del barrio una experiencia única.