Alejandro, para quien no lo conozca, es un vecino del barrio Delicias, maestro y psicopedagogo, que ha dedicado su vida a la educación, y ahora, jubilado, sigue haciéndolo como voluntario en la parroquia de Santo Toribio, compartiendo todo lo que sabe tanto con quienes necesitan su buen hacer para aprobar asignaturas (y aprueban, porque aunque no lo saben en el momento, adquieren una metodología de aprendizaje comprensiva y crítica) como con quienes ya no tenemos que examinarnos y simplemente disfrutamos observando su trabajo.
Desde 2017, se embarcó además en una memoria del barrio tal como él lo vivió (este año 2020 celebra el centenario del asentamiento de su familia en Delicias), siempre con una perspectiva crítica, honesta y amable, para que lo que fuimos nos ayude a comprender lo que somos. Eso es Historia vivida de Delicias, un recorrido por la calle Arca Real de Valladolid y sus aledaños, en el que me ha permitido participar contribuyendo a pasar a ordenador sus escritos a mano, en un dictado que cambiaba sobre la marcha mientras trataba de dar continuamente con la expresión más adecuada.
Admito mi ignorancia sobre la historia y sus procesos heurísticos y metodológicos, así que no puedo juzgar sus méritos desde una perspectiva científica, pero muchos de los epígrafes me han resultado fundamentales para la comprensión del lugar en el que vivo desde hace ya 37 años.