Dentro de las jornadas culturales «Lorenzo Duque» de Santo Toribio, el jueves 23 de marzo los locales de la parroquia acogieron la charla de la teóloga Belén Brezmes, «La Iglesia es mujer».
Aproximadamente sesenta personas acudieron a escuchar las palabras de esta mujer que desde hace muchos años comparte una visión feminista de la religión cristiana. Durante su intervención, recordó una tradición de dos milenios que propende a la inmovilidad, el impulso del Concilio Vaticano II, la paralización y retroceso que supusieron los dos papados precedentes al actual y la actitud más abierta del papa Francisco. A partir de ahí, lanzó diversos interrogantes al público, fundamentados en una lectura de los evangelios alejada de un patriarcado que durante todo este tiempo se ha apropiado del discurso; planteó la necesidad de mantener la esencia y de cuestionar todo lo demás, desechando el patriarcado ancestral y actual. Además, expuso diversas experiencias, acciones y procesos que a lo largo del mundo se llevan a cabo para contribuir desde la reflexión y la acción a este cambio.
Ante una pregunta del público, su respuesta fue radical: sí, la mujer también es representación de Dios y de Cristo. De ahí se deduce que es miembro de pleno derecho de la iglesia, y en ella puede y debe tomar las mismas responsabilidades que los hombres. Para ello, es necesaria una renovación profunda.
El público, en su mayoría mujeres, escuchó las palabras con interés, y hubo un par de intervenciones de queja ante la situación de exclusión a la que se ven sometidas las mujeres. También un reclamo para que esta visión se aleje de la academia y baje más a las calles. Este encuentro sin duda ha sido importante para algunas personas.
Mi opinión puramente personal
La pongo aparte para que no se confunda ni con la intervención de la ponente ni con la de la parroquia y sus representantes. Desde un punto de vista descreyente en constante progreso, que es el mío, y tras apoyar cualquier lucha por el empoderamiento de la mujer desde un punto de vista antipatriarcal y que ponga en el centro los cuidados, escuchar a una persona tan preparada tener que justificar la igualdad me parece ante todo de una tristeza casi desesperante. Y esto sin entrar en más cuestionamientos ni honduras, como la reacción de la parte más ultra de la iglesia ante estas reivindicaciones de justicia.