Hoy cuelgo dos diálogos escritos por tres participantes en las sesiones matutinas de verano que se llevan a cabo en la parroquia de Santo Toribio. Se trata de dos grupos, uno para personas que ya tienen conocimientos de español, y otro inicial orientado a personas que no conocen nada y que, en su mayoría, no están alfabetizadas; ambos, cuatro días a la semana, una hora y cuarto cada grupo.
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Un día en un lugar
Por Btissam el Haddad y Souad el Madani
–Lucía: ¿Por qué llevas eso en la cabeza? ¡Estás en España, aquí no necesitas ponértelo!
–Amina: Este pañuelo es parte de mi religión y de mi identidad. Lo llevo por decisión propia, no porque me obliguen.
–Lucía: Pero ustedes los musulmanes no quieren integrarse, siempre se mantienen diferentes.
–Amina: Integrarse no significa dejar de ser quien soy. Estudio, trabajo y respeto las leyes como cualquier otra persona. Solo conservo mis creencias y principios.
–Lucía: No sé… solo siento que ustedes rechazan nuestras costumbres.
–Amina: Respeto las tradiciones de este país, y solo pido que también se respete mi elección. El respeto debe ser mutuo, Lucía.
–Lucía: Tal vez fui demasiado rápida al juzgar… Nunca lo había pensado así.
–Amina: Gracias por escucharme. El racismo nace del miedo o la ignorancia. Pero el diálogo es el primer paso para entendernos.
Este primer diálogo parte de una situación real, aunque el final ha sido recompuesto para darle un matiz positivo. Una mujer española increpa a una mujer musulmana por su vestimenta.
Lo hemos leído en clase un par de veces, y entre todas han contribuido a la explicación (y traducción) de algunas palabras y expresiones para que todo el mundo lo comprendiese de manera adecuada. A continuación, hemos puesto en común experiencias similares y hemos reflexionado sobre integración, inclusión, discriminación, convivencia y respeto. Han salido palabras como «islamofobia», «odio» o «desconfianza».
Muchas gracias a las personas que lo han escrito y a quienes han colaborado en las conversaciones sobre estos temas.
Echo de menos
Por Mina Derdari
–Mina: Hola, Hakima, ¿cómo te sientes en España?
–Hakima: Al principio fue difícil, pero ahora estoy mejor, ¿y tú?
–Mina: Igual que tú. Al principio no entendía nada, pero ahora estoy aprendiendo español.
–Hakima: Sí, yo también, voy a clases de español cuatro veces por semana.
–Mina: ¡Qué bien! Yo practico también con aplicaciones.
–Hakima: ¿Y te gusta vivir aquí?
–Mina: Sí, me gusta, podemos hablar en español juntas para mejorar.
–Hakima: Mina, ¿extrañas a tu familia en Marruecos?
–Mina: Sí, mucho. A veces me siento un poco sola aquí, ¿y tú?
–Hakima: Yo también. Echo de menos a mi padre y a mis hermanos.
–Mina: A veces hablo con ellos por videollamada, pero no es lo mismo.
–Hakima: No te preocupes, el verano que viene los visitarás.
Este diálogo tiene lugar entre dos amigas y nos hace reflexionar sobre la salud de las mujeres migradas, entendiendo la salud desde un punto de vista también emocional y social.
Lo hemos leído también un par de veces, aclarado los términos y expresiones desconocidas, y luego hemos reflexionado sobre las necesidades de acogida en un lugar en principio extraño, la importancia de una red social de acogida (y las complicaciones de su ausencia), la soledad ocasional, el completo desconocimiento y la falta de guías en esos primeros meses. Por último, también hemos puesto de relieve aspectos positivos de la experiencia migratoria en las vidas de las participantes.
De nuevo, gracias a la persona que lo ha escrito y a todas las participantes en las conversaciones y las reflexiones.
ELE – Gramática, textos y ejercicios descargables (pdf)
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